CIRCULAR 120
EL BAILE Y EL QUITE
Al término del concierto en conmemoración de Schönberg (organizado por Lucía), le dije a Francisco Kröpfl, que se sentó a mi lado : "Ahora, sólo nos queda el futuro." Tras una pausa Francisco se rió y agregó: "Con sus incertidumbres." Y nos fuimos a felicitar a Lucia, dando así por concluído nuestro sintético diálogo sobre la eternidad.
El sentido de mi perogrullada es obvio. Lo pasado, aunque excelente, pisado. La acotación de Kröpfl en el momento me pareció correcta, pero sin vuelo; hasta que, tiempo después, me di cuenta de que él había señalado dos rasgos fundamentales, aunque forzosamente efímeros, del presente, es decir el temor a lo imprevisible y la esperanza.
Desde otro ángulo, pasado y futuro, que se distinguen porque sólo del primero podemos tener memoria, constituyen, juntos y sin solución de continuidad, una realidad unívoca y permanente. La memoria, que es apenas un utilaje, se va borrando (de última con la muerte); pero nuestra existencia, inclusive en los aspectos que ignoramos, ni es ni será desechable. Es a este indestructible vestigio que se le dice ultra-tumba; algunos, más analíticos, distinguen entre empíreo y averno.
Buenos Aires, 16 de Octubre de 2001 (revisado 29oct01)
Para: Mariella, Gabriele, Luciana, Carla, Eric, Alex, Lorenzo, Tatiana.
c/copias para; Lucia, Francisco K.