La crisis que sufre la economía es consecuencia de la globalización. Se vio retardada por la burbuja financiera, originada por las medidas con las que se intentó prevenirla. Todo el proceso se inscribe en la historia de la confrontación de los Estados con las Corporaciones. Estas acaban de perder una batalla, desastrosamente.
Al desplazarse la producción de los bienes a los países de bajo costo (de mano de obra), los países desarrollados fueron conservando la capacidad de compra de sus habitantes mediante créditos a largo plazo. La actividad, en dichos países desarrollados, se fue progresivamente limitando a los servicios, que se sobredimensionaron, e, inclusive en esta area, que mal se considera productiva, se sufrió la competencia de países como la India (computación, medicina etc). Esta estrategia, si bien fue implantada por los Gobiernos, no respaldó los intereses de los Estados, sino los de las Corporaciones.
Quizás se habría evitado la burbuja si los países desarrollados hubiesen substituido masivamente la producción de bienes convencionales por la de bienes tecnológicamente avanzados (automóviles eléctricos, generadores eólicos, etc). Ahora, encambio, sólo quedan los pagarés, vencidos y por vencer. Su pago obligará a limitar el comercio internacional. En última instancia los destinatarios de este pago serán los Estados, que vuelven a adquirir esa función protagónica a la que los Gobiernos habían renunciado.
El mercado Romano fue lentamente invadido por productos de regiones como la Ibérica. A la larga, se desgastó la potencia de Roma, a pesar de lo aguerrido de sus tropas. La táctica de la supremacía militar (ensayada en nuestra época por los EE.UU.), ya había demostrado en aquellos tiempos sus limitaciones. El Producto, y no la Plusvalía, es, en último análisis, el cimiento de la civilización.